xiii.

    A veces era otra persona. A veces, en fantasía, ilusión, utopía, en sombra por el rabillo del ojo, en espejismo, en reflejo traicionero. En imaginación.
      (Aura siempre era Aura.)
    Pero a veces se soñaba diferente. Mejor. Y sólo después de despertar se daba cuenta de que algo no marchaba bien, porque no se quería a ella misma. Y no quería que nadie la quisiera, tampoco.
    Quizás por eso se dejaba convencer de que podía ser más bonita, con un pelo menos rojo fuego, más luz blanca pálida y tranquila, más
      hecha de flores
      menos Aura
      menos absurda.