xix.

    Y tú prometiste echar fuego a todas las estacas. ¿Te acuerdas?
    Claro que no te acuerdas.
    Cómo podrías, si lo que quedan de ti son cenizas. Cómo, si además de cenizas, de ti sólo conservo estos recuerdos, que cuanto más uso más se deforman y peor se conservan. Se envenenan de mí, como yo me envenené de ti. y si tengo tanto veneno tuyo en mi sangre, por qué narices esta imagen tuya no se guarda mejor. 
    Qué importa si, como dijo alguien un poco alocado y muy viejo, al final todos somos historias.
    Te contaré, Aura. Te contaré a todo quién conozca y quiera escucharme. Te contaré hasta desgastarme la lengua y agotar las palabras y te adelanto que voy a reinventarte tanto como me apetezca y un poco más (sólo para devolvértela, cielo, porque tú siempre hacías lo que te venía en ganas. y más).
    Y te crecerán lenguas de fuego del pelo y 

    en realidad, dejarás de existir antes de que termine de contarte por primera vez, porque lo que yo hable de ti jamás será lo que fuiste de verdad. Oh, vamos. Me conoces. Sabes que yo jamás me creería lo bastante bueno como para captar tu esencia, tu rollo, o como mierdas quieras llamarlo. Y lo reconozco. No hay vergüenza en ello.
    Ahora sólo te queda a ti, huesos destrozados en raíles, reconocer que mi versión de ti es mejor que la tuya misma. Eh, 
      eh
    no pongas esa cara. 
    El único problema de esta empresa, este proyecto y suicidio es que soy un poco desorganizado. los puntos finales me ponen nervioso, sobre todo desde que leí que para que algo nuevo empiece, algo no nuevo tiene que acabar.
    Pues bien, Aura.
    Apúntatelas todas en el marcador, porque yo no quiero acabar esto.
    No quiero puntos finales
    me rebelo
    y me declaro
    independiente de los putos puntos, de los finales y ¿sabes que voy a hacer? Voy a dejar tu maldita historia sin punto final
      y el narrador, sea quién fuera cumplió su promesa
      y se murió antes de