- Y la paz que encontraba a veces y que no duraba ni un puñado de horas la dejaba con los párpados caídos, pesados, más o menos felices, cansados.
Le reposaba el alma, de alguna manera, y se movía como extinguida, con tranquilidad. Menos absurda y más mar en calma.
Quizás era eso. Quizás se había adaptado, ella y su organismo y su pelo alborotado en erupción continua, al vaivén, al ola bajo ola del mar y se había fundido con él.
Se drogaba de mar.
Aura se ponía mala si estaba mucho tiempo alejada de él. Era su verdadero amante.
- Ni tú ni yo, cyborg (jódete).