xxxii.

      Que irónico. Tú no, ya sabes, chica absurda. No.
      Irónico que fuera algo que habían creado los propios humanos lo que los destruyera a todos.
      Pero en realidad, pensándolo bien, no podría haber sido de otra manera. Quiero decir. Si esta mierda de comedia prolongada a la que llamamos vida fuera en realidad una película dirigida por un buen director, todo el rollo pro-cyborg acabaría con la destrucción de los humanos. Ya puedo visualizar las últimas escenas. Desgarradoras, tristes, frías. Para que el público, gordo público (que viva USA y todo su Imperio), despertara por fin. Seguro que ya está inventado. Pero. Quién hace caso a las películas.


      Así estamos tú y yo ahora, ¿no es así? Y el resto del mundo. Los cyborgs sonríen y son felices sabiendo que tienen la dura ironía de la vida y a Murphy de su parte y nosotros estamos aquí. Somos tres en este planeta poralizado, y no me refiero a China y USA y a la asociación Europea moribunda con pretensiones de quién sabe qué. Somos los cyborgs, los que están en camino de serlo y los Sicarios.
          Aura

      un día me dijiste por qué, por qué (Narrador 1) te enfrentas a algo que no puedes vencer, por qué te colocarías frente al tsunami jurando que puedes vencerle sabiendo que es imposible (por qué frente al magma que vomita el volcán hubiera sido más apropiado). No sé si llegaste a entender que no es como si estuviéramos entregados en cuerpo y alma a este propósito. Es sólo que no queremos vivir en un mundo que es herencia de todo este puñado de sucios cyborgs.

      Pero morir por una causa quedará más valiente en la inscripción de nuestra lápida. (Porque nos enterraréis, verdad, cabrones).