x.

    Corrió rápida como una humana, lenta como una humana.
    Dependiendo de quién mirase.
    Como miraba yo, corrió flagrantemente y nada más. 
    Si hubiera mirado su estúpido cyborg, hubiera sido perdiendo aceitosamente.
      Yo maté al cyborg, Aura. Te lo digo ahora porque ya eres pasto de raíles.
    No tengo excusa. Y no tienes sangre en las venas para pedírmela, así que cerraré este capítulo con un punto final.
    Un absurdo punto final.
    (Te ondeaba el pelo a la espalda ese día, teñido de marrón absurdo para los años que corrían y te ondeaba como una bandera que gritaba, casi con orgullo, soy una humana con pelo de color natural. Aunque tú habías nacido con el pelo rojo, rojo lava de volcán).